El azar preside
el destino de lo imprevisible,
así que el que esto escribe
podría ser cualquier otro,
como el que ahora mismo
se muere de hambre
o agoniza de sed,
el que hace balance
de riquezas acumuladas
tras la cámara acorazada
de algún banco ubicado
en la geografía insolidaria,
el que se afana en la tarea
de sobrevivir a las cargas
que le impone la usura,
el que cree en el don divino
sobre la vida y la muerte,
el que decide quién vive
y quien muere
tras los vacíos de su conciencia...
El caso es que los tiros
fueron por otro lado,
pero eso nada significa
en los rastros de la memoria
porque todo se sostiene
sobre los restos de la nada.
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