martes, 11 de enero de 2011

OLAS


Como una ola que nace
y se derrumba
como la ola que muere
de su propio impulso
que se expande rugiente
y se estrella con rizos lúcidos
en los rompientes de nuestra orilla
para regresar a su origen.
Como una ola que es
un temblor del espacio
tú y yo sobre la arena,
frente a las olas
en un tiempo incesante
que nos destruye y nos repite.
Más tarde, después
de que no estemos
¿verán otros ojos ese movimiento
con los ojos de quienes
lo contemplamos ahora?

¿Tendrá el amor en otros labios
sabor a salitre
como ahora lo tiene en tus labios?
¿Despedirán las aguas
este profundo aroma
a libertad levemente carnal
que evoca la existencia
de peces, algas y mariscos?

Desde lo más profundo
de este sabor costero
conjuramos el futuro
de alguna pareja enlazada
semejante a la nuestra
que al contemplar como las olas
rompen y espumean
pensará en quienes más tarde
podrán perpetuar la mirada
con que se aman ahora,
la mirada con que también
ven como fluyen las olas.
Acaso sientan ellos entonces
vivir su propia eternidad,
podrán percibirla
como si fuera el firmamento
y empiecen a ascender
como las aguas vivas del mar
en tiempos de amor y arena.

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