viernes, 17 de diciembre de 2010

LLORAN LOS ESPEJOS

Lloran los espejos,
caen gotas
como esferas incorpóreas
que se escapan
de las tráqueas de Eros,
mientras este se esconde
en las islas del reflejo.
Y no es locura,
ni fantasmas deambulando.
Son los fragores
de tantas humedades
rebasando
las murallas del espasmo
que contrae inmisericorde
la cordura,
en la fiebre tan concreta
de una brisa.

Cuantas veces
los espejos que adornan
el telar de mis venas,
han llorado el río angosto
que me inflama
en mil cerebros.

Porque bajo el ojo
de una piel
que ahora mismo
escupe versos
sobre el pecho
y bajo el sexo,
los espejos
derraman lágrimas
que corren esquivas
a donde nadie,
mientras los años
silban en sus ecos
sepulcrales,
sobre unas pupilas
que hoy ni siquiera miran
de tan cansadas y gastadas.

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