jueves, 5 de agosto de 2010

EL MARINO Y LA SIRENA


No era Ulises, sino un lobo de mar que ejercía de ello con orgullo. Tampoco le gustaban las mujeres que languidecían esperando, aunque le certificaran que pasara lo que pasase tendría asegurado el beso, los ojos y el corazón. Un marino es hombre de aventuras, ama el riesgo por naturaleza, disfruta con lo inesperado y la da la bienvenida a la suerte... También cuando hay una mujer de por medio.
Se encontraron en mitad de cualquier rumbo en medio del océano, y convirtieron en Ítaca ese punto concreto del tiempo y el espacio. Ella cantó desde el marejada de su boca, y él nunca pretendió resistirse a la tentación que le supuso. Pronto se les desnudaron las palabras para decirse todo en silencio... Y la sirena enumeró una por una las veces que su eco se perdió al fin en el centro mismo de las pupilas encendidas que la miraban...
Se sumergieron en la más absoluta de las transgresiones, y al nadar juntos se les grabó una marca de fuego en la sangre, que los transformó por dentro. Él supo que la verdadera substancia de sirena se inocula cuando el amor se vuelve carne y se derrama, porque en el éxtasis de las sirenas está el verdadero fulgor que atrapa a los hombres.
En ese veneno del amor están las palabras no dichas, y también las que se dicen. Están las lágrimas y las risas, la carne que arde y la ternura que besa. Y cuando ese hechizo se produjo, ella le entregó hasta la raíz del ser mismo que la nombra. Le dijo, le susurró, le prometió que la muerte misma se resignará a olvidarlos, que estarán unidos en todos los tiempos que se mueren.
Se lo dijo con silencio de agua. Lo envolvió en su mar, lo abarcó, lo refundió y le dio paz. Ese día el marino sintió algo extraordinario, fue como recibir una carta de amor silenciosa. En esa carta le dijo. Y él la escuchó. Y él lo supo. Y lo sintió hondo, muy hondo... En lo más profundo del corazón.






1 comentario:

Antoniatenea dijo...

Las sirenas tienen eso, que son mitad sensualidad y ternura y mitad mar inmenso..y cuando un marinero escucha y lee la llamada en su silenciosa carta de mar, ella, sin darle un respiro, ya está envolviéndolo, abarcándolo, refudiéndolo....
y el MARINERO ya no se siente marinero, su lucha ha acabado ..sus pesares se han desvanecido porque se ha abandonado a esa deliciosa transgresión..
y la SIRENA,huye al instante de su mar y se abandona también en una idílica Itaca acabada de crear para los dos.