domingo, 18 de octubre de 2009

LA MEMORIA HISTÓRICA EN CANARIAS


Una persona deja de ser lo que es al perder la memoria. Los recuerdos, las experiencias pasadas son fundamentales en el proceso de construcción de una forma de ser y de pensar. De ninguna manera podemos afrontar con garantía nuestro futuro a nivel individual si no nos reconciliamos con nuestro pasado. Una gran parte de los conflictos sicológicos por los que atravesamos tiene que ver con ello.
Lo mismo ocurre con las colectividades. Si una sociedad tiene un pasado convulso, nunca podrá avanzar de manera efectiva sin haberlo cerrado de manera satisfactoria para todos los que la conforman. España sabe mucho de eso, porque nada crea más heridas que una guerra civil. El problema es que el bando ganador en la Guerra Civil Española hizo todo menos cerrar las heridas. Su apuesta fue por perseguir, acosar y reprimir cualquier vestigio que sonara a democracia, y se empleó a fondo en la tarea con entusiasmo.
Pocos saben que en este país hubo campos de concentración hasta los mismos años sesenta. En ese clima resultó imposible investigar, y mucho menos reivindicar, la memoria de los asesinados por los fascistas durante y después de la guerra.
No se trata, como argumentan algunos, de poner sobre el tapete ánimo de revancha alguno. Utilizar esos términos en el debate abierto sobre esta cuestión es pura mala fe, o volver a recurrir al mismo espíritu que llevó a nuestros antepasados a tan cruel enfrentamiento: Se trata de hacer justicia y esta, recordemos, no debe tener fecha de caducidad en el tiempo. Es una obligación moral del estado reparar el sufrimiento de sus ciudadanos, de la misma manera que lo hace con el que ha sido condenado injustamente.
Sólo de esa manera se cerrarán las viejas heridas, podremos dejar atrás definitivamente el pasado, y ya librados de esa carga, afrontaremos juntos el futuro. Lo merecen de sobra los que tan generosamente se portaron en su momento, hicieron suyo el espíritu de la Transición y aparcaron su dolor sin saber qué fue de tantos familiares desaparecidos tras una tapia, o en las cunetas de los caminos. Tenemos que encontrar las tumbas, para devolver esos restos a sus familiares. Negárselo parece tan monstruoso, que define rotundamente a los que se oponen.
En vanguardia de esa reivindicación han estado desde hace algunos años las llamadas Asociaciones Para la Recuperación de la Memoria Histórica. También existen en Canarias, porque aunque en las islas el levantamiento militar se hizo con el poder con relativa facilidad, la represión posterior se desató a sangre y fuego. La labor de búsqueda de los desaparecidos y asesinados se desarrolla a dos niveles: Buscando sus restos sobre el terreno y sus datos en los archivos y los recuerdos de los coetáneos que aún viven. El número real oscila, según los historiadores, entre 1.300 y los 3.000. Pero de muchos no se tiene constancia del paradero porque esos casos no han sido denunciados ni comunicados, o no existen documentos o testimonios que avalen su desaparición.
En estos días ha habido una novedad en torno a esta cuestión verdaderamente emocionante: Las Asociaciones de Gran Canaria, Tenerife y La Palma han aunado esfuerzos para confeccionar una lista de 446 nombres de hombres y mujeres de los que se tiene constancia de su asesinato o desaparición en Canarias después del Golpe de Estado de Franco en 1936 y la han hecho pública. Puede consultarse en una web de Historia de Canarias:
www.historiadecanarias.com
Asimismo han emprendido una campaña para declarar el 19 de Octubre como un día para el recuerdo de la víctimas de la dictadura, coincidiendo con el 50 aniversario de la ejecución en garrote vil de Juan García Suárez ‘El Corredera’. A partir de este año, esa fecha quedaría como referencia, al designarse el 19 de octubre como ‘Día de la Memoria Histórica de Canarias’. En esa misma página se puede firmar digitalmente el Manifiesto que apoya la propuesta. Sobra comentar que la mía ya la tienen...

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