Dichosos ustedes, los normales,
esos privilegiados seres
a los que nadie señala
porque no han tenido
ningún suceso a destacar:
un padre alcohólico,
un hijo delincuente,
una enfermedad desconocida,
una suerte torcida...
Felices aquellos
que no han sido calcinados
en la hoguera de un amor torcido,
los que conocen todas las variedades
de la risa y la fortuna,
los saciados de triunfos,
los satisfechos, los guapos,
los que no saben qué hacer con su dinero,
los secuaces y los cebados.
Dichosos los que ganan siempre
y los que tienen su minuto de gloria,
los que son queridos por todos,
los astutos, los inocentes,
los profesionales del engaño,
los caballeros pulcros
y las damas seducidas por la moda;
los delicados, los sensatos, los finos,
los amables, los dulces, los aburridos,
los que se preocupan por bobadas...
Pero que quieren que les diga,
mejor que den paso a los que sueñan,
a las sinfonías inacabadas,
las ilusiones atormentadas,
a las palabras que nos desarman,
a los más locos, los más borrachos,
los que viven al margen
y los devorados por una pasión
que les consume el alma
o les destroza el corazón.
Que nos dejen tranquilos en nuestro infierno.
Con eso nos basta y nos sobra.
esos privilegiados seres
a los que nadie señala
porque no han tenido
ningún suceso a destacar:
un padre alcohólico,
un hijo delincuente,
una enfermedad desconocida,
una suerte torcida...
Felices aquellos
que no han sido calcinados
en la hoguera de un amor torcido,
los que conocen todas las variedades
de la risa y la fortuna,
los saciados de triunfos,
los satisfechos, los guapos,
los que no saben qué hacer con su dinero,
los secuaces y los cebados.
Dichosos los que ganan siempre
y los que tienen su minuto de gloria,
los que son queridos por todos,
los astutos, los inocentes,
los profesionales del engaño,
los caballeros pulcros
y las damas seducidas por la moda;
los delicados, los sensatos, los finos,
los amables, los dulces, los aburridos,
los que se preocupan por bobadas...
Pero que quieren que les diga,
mejor que den paso a los que sueñan,
a las sinfonías inacabadas,
las ilusiones atormentadas,
a las palabras que nos desarman,
a los más locos, los más borrachos,
los que viven al margen
y los devorados por una pasión
que les consume el alma
o les destroza el corazón.
Que nos dejen tranquilos en nuestro infierno.
Con eso nos basta y nos sobra.
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