domingo, 12 de abril de 2009

CRÓNICA


Son el ejemplo de un fracaso
y de lo frágil que pueden ser
los hilos del destino:
Ya no están juntos,
no se tendrán de noche
para combatir las soledades,
ni se despedirán con un beso
al ir a trabajar por la mañana.
Nunca sabrán lo que habrían sido
mano con mano,
por qué se sentían diferentes,
las verdades que se dirían,
lo que hubiera sido quererse,
esperarse, ansiarse,
o simplemente haber estado
el uno para la otra
siempre que la ocasión
lo hubiese requerido.
No serán dos en la unidad,
se han transformado en él y ella,
seres ajenos, extraños,
como cualesquiera otros,
perdidos entre la masa,
la indiferencia y el olvido.
No habrá más abrazos,
no volverán a tocarse,
no se echarán de menos,
ni envejecerán juntos.
No se verán morir,
dejaron de ser protagonistas
de nada que no sea
la constatación fehaciente
de una oportunidad perdida.

No hay comentarios: