domingo, 22 de marzo de 2009

¿NUNCA DIGAS DE ESTA AGUA NO BEBERÉ?


Hoy se celebra el Día Mundial del Agua. Alguien dijo una vez que si formamos parte de la nómina de los seres vivos, el agua es vida. Y la falta de agua, o que ésta no sea potable, es sinónimo de enfermedades y muerte. Los datos hablan por sí solos: Unos 4.200 niños mueren cada 24 horas en el mundo debido a la falta del agua potable o por enfermedades relacionadas con su carencia. Más de 900 millones de personas no tienen acceso al líquido vital, y 125 millones de niños menores de 5 años viven en hogares sin fuentes mejoradas de agua potable.
Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), el futuro es aún más oscuro: 3.900 millones de personas en el mundo -la mitad de la población del planeta- tendrá problemas serios para conseguir el líquido elemento en el año 2030. Los más pesimistas definen los tiempos en que ahora vivimos como los de las guerras del petróleo, y definen los del futuro como los de las guerras del agua. Así que no hay mucho que festejar.
Pero intentemos darle un tono más amable al tema... Es curiosa la relación que el refranero español mantiene con el asunto del agua. Gran cantidad de refranes se ocupan de reflexionar sobre la importancia que tiene en nuestra vida: Agua que no has de beber, déjala correr; en abril aguas mil; agua pasada no mueve molino; agua corriente no mata a la gente; ni bebas agua que no veas, ni firmes carta que no leas; agua no enferma, ni emboba, ni adeuda...
La lista es larga, pero quisiera plantearles una especie de reflexión que he escuchado hoy en la radio sobre otro refrán: el que dice ‘Nunca digas de esta agua no beberé’. Todos evolucionamos como personas, a veces hasta nos cuesta reconocernos en lo que fuimos años atrás. En consecuencia, habrá cuestiones sobre las que iremos cambiando nuestra opinión a medida que transcurren los años. Es un proceso natural, pero también ha de guardar un cierto equilibrio porque una cosa es cambiar de opinión y otra muy distinta cambiar de chaqueta, o lo que es lo mismo, caer en una visión de la vida completamente opuesta a la que se tenía antes. Eso sólo lo hacen los que no tienen criterio propio, o los que respiran fanatismo e intransigencia.
Volvamos al refrán de marras: Presupone que el cambio de opinión del que hablamos puede afectar a cualquier cuestión, y personalmente pienso que hay algunas que nunca variarán independientemente de los sucesos que salpiquen mi vida, porque son la base primordial que sustenta lo que soy. A saber:
Renegar de la pena de muerte, el racismo y la intolerancia, mantener un cierto sentido de la ética y la moral, defender el laicismo como base para la organización social, no comprar revistas del corazón y no seguir los dictados de la moda, vivir cerca del mar, regalarle una sonrisa a quién se lo merezca, huir de las grandes multitudes, dejar de leer los libros en formato de papel, maltratar a un animal y mucho menos a una persona, comer carne o pescado, comprarme un coche de gran cilindrada, dejar de mirar un buen escote o unas piernas bonitas, darle un abrazo a un buen amigo, reírme de mi mismo y darme un chapuzón en la playa.
¿Y tú? ¿Cuáles son las cosas en las que nunca cambiarás?

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