martes, 17 de junio de 2008

ILUSIONES DE UN POETA


El lenguaje escrito te acompaña,
pues ya forma parte de la circunstancia
vital que te rodea,
y hace que respires, te alimentes, ames,
discurras y duermas con las palabras.
Por eso escribes tu ilusión, tus sueños,
tus deseos y disgustos,
tus iras, afectos y pasiones.
Dejas que la imaginación se desborde
hasta caer agotada de bendito cansancio.

Escribes, claro que sí:
Dejas que tu mano se deslice
llevando al papel las estaciones,
el beso furtivo, la sorpresa,
la dulzura y la fuerza,
las voces del mar y de la tierra,
el entusiasmo y la tristeza,

la paloma y la piedra,
el cansancio y la conciencia...
Escribes, porque así ha de ser
para dejar constancia de lo vivido
a lo largo del camino, en las referencias,
las fuentes, las ternuras en el sol y la noche,
el amor en los ojos que te miran.

En el fondo de esa alma
que suspira por ser la de un poeta,
deseas transmitir un sentimiento
de cerilla en la sombra, abrigo en la escarcha,
brisa en la canícula, encuentro en la distancia.
...Y que después de haberte ido,
alguien pueda vivir lo que has escrito,
y acaso los tuyos mantengan vivo el espíritu
que vaga de forma sutil por esos versos,
pues la palabra serás tú después de ti.

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