miércoles, 11 de junio de 2008

THE END


Llevaba toda la mañana intentando escribir la nota de despedida, pero le costaba concentrarse. Sabía lo que quería trasmitirles a la familia y los pocos amigos que aún le quedaban, pero a esas alturas de su vida le resultaba imposible coordinar un discurso coherente. La mirada acababa perdida y la mente se vaciaba de contenidos, agotadas las neuronas por tanto sufrimiento impuesto. Desde hacía tiempo vivía (si a aquello se le podía llamar vivir) en un eterno letargo, el único esfuerzo que valía la pena era para adquirir unos gramos más del polvo blanco que le había arruinado la vida: Necesitaba la heroína con la misma intensidad con la que había llegado a odiarla. Arrojó lejos el bolígrafo. De todas formas, las marcas en los brazos y las jeringas en el piso serían una clarividente manera de explicar las causas de su muerte. Se acercó a la ventana y con un último suspiro se lanzó hacia delante... Una lágrima postrera le acompañó mientras caía. Al llegar al suelo acabó mezclada con la sangre que brotaba de aquél cuerpo desmadejado. Los que pudieron ver de cerca el cadáver, destacaron la sorpresa que les supuso la sonrisa y la sensación de paz que desprendía.

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