domingo, 15 de julio de 2007

CONDENAS INQUISITORIALES


Debería preocuparnos la tendencia a pensar que en occidente estamos a salvo de los integrismos y fanatismos religiosos, que es algo que ahora sufren otras culturas y civilizaciones y que ha pasado ese peligro para nosotros. Nada más lejos de la realidad. En los últimos tiempos se está produciendo un retorno a la luz pública de los sectores más radicales del cristianismo, que parecen estar inmersos en una cruzada contra la libertad de pensamiento, la ciencia y la tecnología. En Estados Unidos, país en el que su Presidente habla de guerras justas porque son voluntad de Dios, por ejemplo, acaba de inaugurarse un museo dedicado a la interpretación de la Biblia, donde se intenta demostrar que los dinosaurios convivieron con los humanos y desaparecieron a causa del diluvio universal. Sería para reír, si no estuviésemos hablando de un país en el que una gran parte de la población reniega de la demostración científica del evolucionismo.
Pero, claro, hablamos de Estados Unidos. Quizás tenderíamos a pensar que la Vieja Europa está a salvo de estas cuestiones. No tanto, si nos fijamos en la mirada hacia atrás que se está produciendo últimamente en el Vaticano. Envalentonados por todo ello, en España no cesan las manifestaciones públicas de los obispos, lanzados a por todo lo que consideren un peligro para nuestra moral. La última se ha producido con el nombramiento de Bernat Soria, al que han definido como un científico extremista y radical. Afortunadamente tenemos internet para recabar información, y el currículum de este hombre es impresionante: es uno de los más relevantes investigadores científicos de nuestro país: Medalla de Oro y Premio de la Real Academia Nacional de Medicina y Premio Nacional de Investigación Básica, es presidente de la Sociedad Española de Fisiología y, asimismo, presidente de Biofísica de España. Actualmente ejerce de catedrático de Fisiología y Director del Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández de Elche y además trabaja con fondos europeos en otros tres laboratorios del Reino Unido, uno de Bélgica, dos alemanes y otro de Suiza. La verdadera razón de que han movido a esta condena pública por la Iglesia Católica y la derecha más reaccionaria es el trabajo que está realizando para la obtención de células madre a partir de embriones, que en algunos países la legislación sólo permite que se usen para fines de inseminación artificial.
Cuando hablamos de investigaciones biomédicas, estamos en un terreno donde se encuentran depositadas las esperanzas de miles de pacientes que padecen enfermedades hasta ahora incurables. El reto que se plantea es conjugar su derecho a que se exploren nuevas vías de posible de curación y que en ese camino se respeten los límites que la ética nos impone. Pero las acusaciones al señor Soria son otra cosa. Recuerdan más a las sufridas por otros científicos que luego han pasado a la historia por encontrar caminos que ayudaron a la humanidad, y que sufrieron en sus carnes la condena eclesiástica: Miguel Servet, Galileo, Copérnico, Giordano Bruno, Descartes, Darwin... Siglos después llegaron las disculpas, pero por lo que se ve, no han venido acompañadas del propósito de enmienda: Nuevos herejes asoman por el horizonte científico. Por supuesto y llegado el momento, nadie dudará en beneficiarse de los logros que consigan, pero por ahora, la consigna es la de siempre: La acción inquisitorial y el objetivo del descrédito.

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