Se me cae de los ojos
el firmamento
colmado de estrellas
y la luna se derrite
en un eclipse de sol.
Se caen de mis ojos,
además de las miradas,
recuerdos que creía
que siempre permanecerían,
olvidos que regresan
a la memoria
y causan tristeza.
Se caen, como lágrimas,
besos y abrazos,
océanos
que planeaba navegar.
Y de un acantilado inmenso:
la barca que me habría
de llevar cae
y se hace trizas.
De los restos del naufragio
crecen las alas
al mismo ritmo
que la sensación
de ausencia.
Todos los mares del mundo
se van por el conducto
del lavabo si cierro el grifo
y tras secarme la cara
la lluvia de entonces,
la misma de ahora,
es incapaz de coser
con retales
el silencio a la lengua,
la memoria a las entrañas,
y los párpados a la cara
para que el universo
se expanda dentro de mi
y no se me caiga de los ojos.
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