Es una cicatriz, no una pintura
lo que ciñe la boca a las mujeres,
no una venda sutil:
un alambrado callarse milenario.
Qué dijeron, no consta:
qué pidieron, no se sabe.
Silenciadas
no en el no-lugar,
no en el margen,
sino en el centro
mismo de la polis,
vistas por todos
y por todos desoídas.
Los animales tienen voz:
son temidos arriba,
en lo lejano cazando,
el árbol sonará
si el aire lo arrebata,
la mar canta
en los bordes de los puertos.
Solo ellas cuando hablaban
eran borradas del discurso,
corregidas, visadas, ayudadas.
Podrían fregar el suelo
de las Cortes.
Así complacían.
Podrían vestir
con taconazos y shorts.
Así entraban en la escena.
Pero hubo un día
en que les dijeron
-¿compañeras qué hubo?
Muévanse,
que las estamos esperando.
¿A las calles?, salieron.
Aprendieron lo agrio
de las plazas públicas,
se llegaron a sentir solas
en la defensa de lo libre.
Pero no lo están,
aunque sean vilmente
atacadas por los monstruos
y negadas por quienes
los alientan.
A las mujeres las acompaña
detrás, en un plano
secundario, mi poesía.
1 comentario:
Bellisimo!!!
Me llevaré esta poesía y la publicaré en algunas redes, con tu permiso y bajo tu rubrica, desde luego.
Gracias amigo, en nombre de las mujeres que me rodean.
En mi núcleo familiar y por genética, todas somos mujeres.
Vivan mis generaciones y todas las mujeres 😍 ✊
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