viernes, 26 de septiembre de 2014

ENCUENTRO






Ya no es tan joven y lo siente,
sobre todo a ciertas
horas de la noche larga,
cuando los vampiros
merodean por la avenida
y en sus ojos penden
colgajos de deseo,
labios sin ninguna sustancia,
promesas de avidez
con olor a billetes arrugados.
Posa vestida para la ocasión,
con una actitud
que se antoja provocativa,
pero que tiene mucho que ver
con la mirada que vigila
desde las oscuridades
que cumpla lo especificado
en su contrato de esclava.
Pasa un coche que lleva
dentro un corazón abandonado,
es terrible el encuentro
de dos soledades que saben
de amores muertos
y que no existen esperanzas
para engañar al contrario,
por un lado un hombre
que comerá de su vagina
como si tuviera hambre,
por otro lado, ella,
cerrando los ojos a la desgracia
de entregarse otra vez
a una sucia representación
escenificada en el teatro de la vida
en la que él no será un cliente
y ella igual puede recordar
la ocasión en que creyó ser querida.







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