domingo, 29 de junio de 2014

REALIDADES DE CADA DÍA





Cada día al amanecer,
los miembros del rebaño
se levantan de sus camas
y se lavan el cerebro
como para convencerse
de que viven en un país justo.
Al lavarse la cara
sonríen frente al espejo,
e intentan persuadirse
de que son felices.
Pero en el fondo saben
que hay estelas en el cielo
y amoniaco en los alimentos
tienen menos ingresos
pagan más impuestos
y aceptan un despotismo
oficial y gubernativo,
que dista mucho de ser ilustrado.
Saben que través de la televisión,
ese hipnótico escaparate
con farsantes vistas al futuro,
la mediocridad se ha instalado
en cada hogar con sus maletas
llenas de trofeos deportivos
e imágenes de la realeza.
Luego salen de casa y allá
donde se fije la vista
habrá un anuncio publicitario,
allá donde se ponga el oído
resonarán los ecos
de la opinión de un mercenario.
Y así el círculo se les cierra:
Los ilusionistas y los ilusos
unidos por un yugo invisible
sin que la pobreza descanse
mientras los políticos piden
sacrificios, silencio y orden
cuando realmente exigen
mansedumbre
mientras niegan el derecho
legítimo a la discrepancia.
Y al hacerlo justifican el Mal,
venga a nosotros su reino.





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