lunes, 3 de diciembre de 2012

EL SASTRE DE LAS PALABRAS



Al sastre de las palabras no le importa eternizar su trabajo buscando entre las telas de los diccionarios el término que considera perfecto para el traje poético que ha de componer. Enhebra pacientemente la aguja con un pensamiento largo y sueña con la geometría perfecta de los días sin coser abrigos para el pueblo porque simplemente los elementos causantes del frío no existiesen.  Pero como no es así, hilvana las horas en su máquina y cose sin descanso antes de que las esperanzas se le congelen.

Porque a veces se desanima... Pero sabe que las cosas, al igual que las palabras y las personas, sienten la humillación de quienes haciendo caso omiso de su compromiso intentan ignorarlas, y se organizan contra la dictadura de la tristeza y el desespero. Las teclas, cual hilos de colores, se rebelan contra la desmoralización y amenazan con sublevarse. Lo mismo ocurre con la máquina de coser versos, que clama a su conciencia sin importarle la distancia física en que se encuentre a cada momento.  El cuarto donde tiene su taller de escritura sufre una insurrección, nada puede enmudecer el bullicio de cientos de consonantes  indignadas cuando deciden hacer una sentada.  Sobre el escritorio, miles de vocales insurgentes aúllan sin parar dejando una vendimia inexcusable de poesías dispersas por la habitación. A ese fenómeno inexplicable otros lo llaman inspiración...

Pero el sastre de las palabras sabe la verdad. Hay un dolor a democracia secuestrada que sobrevuela los hospitales, los centros de enseñanza, las calles, los edificios y los Parlamentos. Existe una estrategia descarnada que exige sumisión total al desafuero, que como un virus mortal se extiende insaciable exigiendo más y más víctimas. Por eso, aunque lo que le gusta es crear ropajes que hagan aún más hermosa la belleza del amor; puntea prendas airadas para recordar que la cárcel no es lugar para un sastre, ni para un alquimista, ni para un vendedor de helados y de sueños, ni para nadie.

Palabras rojas y negras que sustentan ideales y sueños, telas rebeldes de un azul intenso y un verde penetrante que recuerdan la hermosa variedad de la vida, le acompañarán siempre. Exige para el mundo un final chejoviano con aroma de cerezos y seres humanos donde la dignidad sea bien visible en sus caras. Hoy será querer y coser. Hoy será siempre. Hoy será, simplemente tejer poesía.


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