Pensar diferente
aunque hacerlo nos lleve
a entrar en conflicto
con la opinión mayoritaria.
Actuar a la manera propia
si se está convencido
de que es la justa.
Sentirlo todo
porque es la única manera
de saber que se tienen
sentimientos.
Buscar dónde está
la respuesta
a los conflictos propios
sin olvidar el compromiso
con los de los demás.
Asumir los errores
como parte del peaje
que pagamos en el existir
de nuestra imperfección.
Entender que todo
en nuestro entorno
puede ser mejor
si nos queremos más
y empezamos
por nosotros mismos...
Esos son los principios
que deberían
mover una vida,
luego está el amor
y que con algo de suerte
se conjuguen instantes
especialmente asombrosos
donde dos personas
construyen un destino
y disfrutan de la magia
instalada en sus cuerpos
cuando se funden
en una concurrencia
de pasiones y ternuras.
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