jueves, 7 de julio de 2011

UN RIÑÓN



Yo nunca he viajado en primera clase y no creo que jamás tenga la ocasión de recrearme en una experiencia de tal naturaleza. He tenido que donar un riñón para que una parte de mi cuerpo pueda hacerlo. Esa no ha sido la causa de la donación, claro, permítanme pensar que una decisión de tal calibre la he tomado por generosidad con mis semejantes... Pero no deja de resultar una ironía que haya de desprenderme de un órgano para que este pueda tener la oportunidad de viajar en clase bisnes... O quizás es que al frente de la Organización Nacional de Trasplantes hay gente con alma poética y organizan los traslados de manera que se conviertan en una metáfora cínica de lo que es la vida. Desde ese punto de vista, ahora puedo asegurar con total conocimiento de causa que que hay cosas que cuestan un riñón...

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