sábado, 1 de mayo de 2010

HIJO DEL EXILIO


A través de tus ojos
conocí el dolor del exilio
y sentí que también soy de allí.
Descifré tus recuerdos,
que naciste como nace
aquí la gente,
que tuviste una madre
y una casa pequeña y blanca
donde creció tu infancia.
Vislumbré a tus amigos,
los que aún conservarás
diseminados por el mundo,
y algunos que habrán muerto
arrojando piedras a la infamia.
Comprendí la inmensa crueldad
de haberte raptado las olas
y exterminado a las gaviotas
que sobrevolaban tu paisaje favorito.
Supe de olivos milenarios,
de una luna en los confines
del amor más hermoso,
de sentirse extranjero
en una tierra que era y es la tuya.
Y conseguiste que aprendiera
el significado del término Patria
cuando no puedes retornar
al cielo de tus antepasados
y la libertad se ha desecho
en mares de lágrimas,
rogando para que las nubes
te reconozcan cuando regreses.
Porque supe tu historia,
tu exilio será invariablemente el mío,
y no podré descansar
hasta que desaparezca para siempre
el tribunal de la sangre
y pueda acompañarte
en el regreso de la razón y la justicia.

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