sábado, 31 de octubre de 2009

SEGUNDOS


Costa habitada por pescadores:
Remos, mareas, olas...
Sonidos y olores imprecisos
perpetúan la característica
y el aliento del Atlántico.
Allí, en la pequeña playa
de este rincón perdido
en el alma marina de la isla,
lucen tus pechos
cual invasores perversos,
una gota de sal recorriendo
tranquila y dócilmente
su sendero hacia el sol.
Miradas furtivas se hacen eco
de semejante estela sensual,
ajena al callado revuelo
que levanta alrededor.
Hubiese sido un sacrificio
y una crueldad
en verdad intolerable
que a mis labios le negasen
la oportunidad de realizar
idéntico recorrido...
Cierras los ojos y te estremeces:
Es como si el volcán
le sonriese lujurioso a la vida.

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