jueves, 16 de abril de 2009

EL CIERRE DE GUANTÁNAMO


Están resultando sumamente interesantes los primeros movimientos de Estados Unidos desde que Barack Obama ejerce la presidencia. Y parece que se toma muy en serio el cierre del Centro de Retención de Guantánamo. No está de más pararse a analizar unas cuantas cuestiones relacionadas con esa vergüenza del derecho y la justicia, las personas que allí se encuentran retenidas, y qué hacer con ellas una vez que se tome la decisión de ponerlas en libertad si no hay pruebas contra ellos, o trasladarlas a un penal, digamos que ‘normal’ si se produce alguna condena. Debemos reconocer que el cierre no va a ser tan sencillo como algunos hemos pensado, pero resulta absolutamente necesario para restaurar la dignidad de la justicia en occidente.
Ha habido demasiadas campañas, interesadas en calificar a los detenidos de Guantánamo como los terroristas más peligrosos del mundo. Pero la realidad es que nadie sabe muy bien quiénes son, y a qué se dedicaban cuando se les detuvo: Cuando se abrió la cárcel y llegaron los primeros 300 presos, no había datos sobre sus nombres o sus países de origen. Ni siquiera sobre las lenguas que hablaban. Tampoco existía claridad alguna sobre las circunstancias de sus capturas y su relación con Al Qaeda, por ejemplo. Cuando algunos investigadores independientes empezaron a entrevistar e interrogar a los detenidos y a revisar la información proporcionada por departamentos de policía y servicios de inteligencia del ejército, descubrieron que muchos de los individuos que estaban bajo su custodia no tenían nada que ver con el terrorismo.
Aún hoy continúan habiendo zonas oscuras y escasean las pruebas que respalden las acusaciones contra la mayoría de los 243 que hay ahora. Posiblemente se someta a juicio a unos cuarenta, entre los que se encuentran los presuntos cerebros de los ataques contra las Torres Gemelas. El resto obtendrá la libertad al ser inocentes, o por falta de pruebas. A partir de ahí, hay que decidir cómo y dónde ponerlos en libertad y en qué condiciones. Estadísticas estadounidenses indican que de los aproximadamente que ya han abandonado Guantánamo, unos 60 han terminado teniendo contactos con grupos terroristas. El interrogante es si lo han hecho por convicciones anteriores, o precisamente como consecuencia de su paso por la cárcel. Sea como sea, algún mecanismo de control habrá que realizar si vuelven a sus países de origen cuando estos se llaman Arabia Saudí, Yemen o Afganistán. Por un doble motivo: en algunos casos, por la seguridad de los propios liberados; y en otros por la nuestra. Otra cuestión ha de ser qué tipo de reparación se le debe a personas que han pasado por un verdadero infierno, sin cobertura legal ni acusación alguna. El dinero es importante, pero puede que no baste con eso...
Por último quedan los que serán enjuiciados. Para ellos no deberían crearse tribunales especiales, esa palabra ha de quedar proscrita para siempre en sus casos legales. El procedimiento deberá ser escrupuloso, y siguiendo los procedimientos normales de la justicia. Por último ha de decidirse el lugar donde pasarán a cumplir sus condenas. Parece que la nueva administración de Estados Unidos ya está pidiendo la colaboración de gobiernos europeos para repartirse tal responsabilidad. Reparar las injusticias de los últimos siete años va a costar mucho. Quizás las legales, con las dificultades que entrañan, no sean las más complicadas. Remueve las conciencias pensar en las de tipo moral...

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