Mis ojos parecen
haberse acostumbrado
a la oscuridad,
juraría que incluso
puedo ver en ella.
Mi cuerpo ocupa
el suelo a lo largo
de la estancia.
Los brazos y las piernas
estirados me hacen
parecer más grande.
Debe ser lo que siente
una embarcación
cuando acaba en el fondo
del océano.
La oscuridad no sabes
dónde termina.
Sientes el suelo
sosteniendo tu cuerpo.
El silencio.
Todo este silencio.
El silencio hace
a la oscuridad más infinita.
La imposibilidad
de reflotar la embarcación,
el cuerpo inerte.
El hundimiento,
la calma, el saber que aquí
acaba todo.
Yo he estado ahí,
he sido esa persona.
Por eso lo describo,
para que intenten entender
lo que se siente
cuando estás hundido.
Y lo digo
afirmando también
que ese no ha de ser
en absoluto
el capítulo final
de nada y para nadie.
Porque nada acaba
si aún quedan
muchas páginas del libro
de la vida por escribir.
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