miércoles, 1 de febrero de 2023

POESÍA: RADIOGRAFÍA A LOS 66


Últimamente sólo entablo

diálogos con la ceguera

y mi nombre utiliza

todas las letras

que lo forman

para darle un sentido

a lo que de existencia quede. 


Me quito la ropa

supurante de cicutas

y constato que en la zona 

antártica de mi espalda

ya no queda lugar

urbanizable, 

pues el dolor ha echado

raíces para siempre. 

¿Qué haré con el invierno

ahora que voy de camino

a los setenta años?


Entre esa piel y esa carne

tan pegadas a las alturas

y la vida, no hay correccionales 

y la palabra

espera ante el patíbulo

al último chaparrón de notas 

para un réquiem.


No habrá modisto

que descifre las medidas

de mis piernas

y no tendré más que 

permanecer desnudo,

porque no es verdad

que las heridas

acaben siendo invisibles.

El dolor desde que nace

es resistente

a la cirugía plástica

y yo tengo la manía 

de abrir siempre los ojos

en ese lado fronterizo

de la muerte

donde la biografía

del abecedario

es una poética inacabada

que no admite correcciones.

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