de la neblina sólo
en la densidad de la nube.
Todo radica en ese diálogo
entre la masa y el volumen
de los cuerpos.
La amistad, el amor,
diminutas densidades.
El sacrificio, la generosidad,
abismos que se tocan.
El flujo magnético
de estos pequeños poemas,
que tanto dicen,
que tanto callan,
la maleza de lo cotidiano,
la sed de nuestras manos
al imaginar la caricia,
la sacudida del pecho
al no saber,
el agujero en el pecho
al saber.
El hambre no cesa.
Lo sagrado cae.
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