sábado, 23 de octubre de 2021

REFLEXIÓN: ¿DIVINO TESORO?


Está a punto de terminar su licenciatura, pero en lugar de estar feliz por lo que le traerá el futuro, le invade la preocupación por lo que sucederá. Quería continuar los estudios y hacer un máster. Pero viendo los precios, no cree que sea algo que se pueda permitir ahora mismo. Pensó entonces en hacer prácticas e ir ganando algo de experiencia mientras ahorra. Pero con los 6 euros a la hora que cobra, ni siquiera puede pagar un alquiler. ¿Qué proyecto de vida se puede realizar en base a estos parámetros? Ninguno que no sea intentar hacer equilibrios para llegar a fin de mes: juventud, divino tesoro. O eso dicen... La precariedad se contagia y muta como un virus. Pasa de lo laboral a lo social y de lo social a lo vital. La precariedad vital es todavía más grave. Significa no poder construir tu propio proyecto de futuro, teniendo que vivir solo el presente. El choque entre las promesas y los sueños es enorme. Sólo el 17% de los jóvenes esoañoles menores de 30 años ha logrado emanciparse. No se merecen esto. Pero hay todavía una variante de precariedad mucho más peligrosa: la precariedad antropológica. En la sociedad neoliberal cobra gran importancia la llamada psicopolítica. La sociedad actual nos lleva a enfrentarnos con nosotros mismos. El principal enemigo ya no es el otro, sino las ideas de autoexigencia que tenemos en nuestro interior. Nos hemos convertido en nuestro propio explotador. Nos encontramos por primera vez en la historia con una sociedad en la que uno se hace esclavo de sí mismo, se culpabiliza y se avergüenza: es el sujeto del rendimiento. Interiorizamos la autoexigencia hasta el punto de acabar en la depresión. La precariedad antropológica produce jóvenes autoexplotados, sin esperanza y con síntomas depresivos. Tenemos a la generación más formada, más subempleada y más cualificada de la historia. Así que no solo están descontentos, sino también desencajados. Se encuentran ante un escenario donde todo es posible (multitud de promesas) pero muy poco probable (casi nulas oportunidades). Necesitan que se les devuelva el derecho el futuro, recuperar la esperanza. Luego ya nos encargarán ellos mismos de construirnos uno, como ya hicieron las generaciones anteriores.

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