Aquí, donde el mar
es una puerta, no un muro.
Donde surgimos
del rugir de los volcanes.
Aquí, disputándole el sitio
al verdor del pinar,
bajo hierbas sin nombre,
hojas secas y sombras,
donde tanto he soñado
y en donde tantos
sueñan todavía.
Aquí la rota
tierra que contiene
los instantes de luz,
lo malvivido,
las renuncias,
la hucha del vivir
y sus pedazos
piedra a piedra,
bancal tras bancal
haciendo realidad
lo que parecía imposible.
Es aquí. No puede ser
en ningún otro lugar.
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