jueves, 23 de septiembre de 2021

SERIE DE TELEVISIÓN: CONDENA


En estos tiempos en los que las series de televisión tienden a tramas complejas y realización aún más compleja, cuando se contempla una serie en la que la sencillez es el rasgo distintivo, solo queda felicitar a sus responsables. Es el caso de Condena (Movistar Plus), otra magnífica producción inglesa, lo que viene a ser sinónimo de calidad. Y si la sencillez formal, el alejamiento de planos enrevesados o trucos facilones de guionistas no fueran suficiente para alabar esta serie, además tiene solo tres capítulos, una duración suficiente para contar bien una historia sin necesidad de alargar situaciones que no siempre están justificadas. Se trata, sin duda, de una de las mejores miniseries del año a la que hay que añadir dos sobrias y excelentes interpretaciones de dos actores que ya son clásicos en la televisión: Sean Bean, de sobra conocido y Stephen Graham, que ya había dejado su excelente huella en Line of Duty.

La trama se desarrolla casi íntegramente en la imaginaria prisión de Craigmore, en Liverpool. Tiene todos los ingredientes de las historias carcelarias: violencia, bandos, funcionarios más o menos inflexibles... un micromundo en el que las virtudes y defectos del ser humano se multiplican exponencialmente. Nuestros dos protagonistas representan dos personalidades características de la sociedad: alguien que comete un delito y quien debe preservar el reglamento de la prisión. El delincuente y el funcionario, dos submundos interrelacionados e interdependientes. La gran virtud de Condena es que sin prescindir de ninguno de los personajes y situaciones habituales en estos escenarios su mirada, la descripción de quienes la protagonizan, va más allá del elemental maniqueísmo: no se trata de una confortable historia de buenos y malos. Se habla de las miserias y grandezas del ser humano. ¿Qué es ser un delincuente? Una persona puede estar toda su vida dañando a otros sin ningún cargo de conciencia y tener una imagen pública intachable, otra puede ser un buen ser humano al que en un momento puntual se le van las cosas de la mano y por ello acabar en la cárcel y tener que soportar un cargo de conciencia en lo que le queda de existencia. A veces es solo cuestión de suerte, a veces simplemente la vida no te da opciones para elegir. 

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