lunes, 7 de marzo de 2016

HIJO DE PERRA








La policía retiene
a mis amigos,
les atan las ilusiones
a una verja
sin importarles
la edad ni la razón
por la que hemos venido.
Me obligan como
se obliga a un extranjero
a abandonar la esperanza.
Nuestros niños
enferman en el silencio,
tienen visiones
en las cercanías de lo sagrado.
En nuestros sentimientos
la crueldad tiene nombres
y no pensábamos
llamarla Europa.
Algunos me han llamado
hijo de perra,
y no es este un asunto
que se pueda solucionar
con tres palabras,
porque para cada uno
de nosotros
esas palabras tampoco
significan lo mismo.
Yo he tenido un perro,
he hablado con él,
le he dado comida.
Para alguien
que ha tenido un perro
la palabra perro es fiel
como la palabra amigo,
hermosa como
la palabra cariño,
necesaria como
la palabra dignidad.
No entiendo por qué
los humanos trastocamos
todos estos valores,
un perro jamás lo haría.









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