sábado, 13 de febrero de 2016

NOSTALGIAS







Sacar del armario la mochila,
amarrarse bien las viejas botas,
empuñar los bastones,
preparar un bocadillo,
cerrar bien la puerta
y alejarse de los móviles,
de los coches, las urbes
y la gente hasta perdernos
en el país de los árboles.
Reconocer en el rumor del bosque
la voz de nuestros antepasados
en la noche hermosa
donde eran un pueblo libre,
recorrer los viejos senderos
donde recuperar el olfato,
rastrear la lluvia, la vida,
las palabras de menta
y tabaco de nuestros viejos,
tierra limpia para ser feliz
durante horas,
emocionarse con los ecos
de la tos roja y espontánea
de los magos del campo
y el ulular del alisio
jugueteando entre las ramas,
levantar los brazos en la cima
de cualquier monte
donde aullar en libertad.
Lejos de los buitres trajeados,
muy cerca de esas raíces
que nos han hecho como somos.
Allí disfrutar una ración de libertad
y ser por unas horas seres
primigenios sin miedo a la vida.







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