A ese otro
que ya casi has olvidado
pertenecen las escenas
que custodia
tu memoria
como imágenes
confusas
que el óxido
del tiempo
ha carcomido.
Ese otro
es el que las
sueña
desde un ayer
de
claudicación silencioso.
Muere con
ellas
una ilusión
exangüe
y un montón de
causas
que trajeron
la derrota.
Y mientras,
tú vas
envejeciendo
en el destierro,
perdido entre
voces ajenas
y soledades sempiternas,
sintiendo
desdibujarse
los colores,
las líneas,
las formas y
el sentido
de un mundo ya
ajeno
que un día creíste
tuyo
levantando
alrededor
de su ausencia
inútiles
laberintos de palabras,
una versión decadente,
de inflexión en
sepia
quizá algo
parecido
a una
existencia.
Pero aquél
otro
se llevó
consigo los sueños
que a ti ya no
te merecen.
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