lunes, 28 de diciembre de 2015

MI VIEJO BARRIO








Las nociones confusas
del recuerdo
tropiezan en mis ojos
las pocas veces
que he vuelto para ver
de nuevo el que fue mi barrio.
Y es que ya no existe,
aunque sigan allí
los edificios, los jardines,
haya gente respirando
y los coches circulen
por las calles de antaño,
tan distintas en el ahora.
En el paso de los años,
quedó destartalado
el mundo de la infancia,
al que ya sólo le queda
un lugar en la memoria
y alguna vieja foto
donde casi no
podemos reconocernos.
Es posible
que nuestros fantasmas
aún deambulen
entre todos aquellos
rincones que señalaban
una vida feliz y sencilla,
pero el tiempo transcurre
como una carcajada de jazz
y no había vuelta atrás
para los que nos fuimos
sin saber que era para siempre.
Ya el barrio no existe,
no dejan de sorprender
el deterioro de las cosas
cuando las confrontas
con lo almacenado en la memoria
y todas las sorpresas
que aguardan escondidas
en los rostros de los que
ya no podemos reconocer
porque irremediablemente
los perdimos hace más años
de los que suponemos.





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