Han encendido las luces,
cuanta luz se desparrama
en las noches de diciembre
por los ojos...
Y todos vamos por la calle
cargados de juguetes
o de bolsas con ropa,
cruzando un lugar multicolor
cubierto con racimos
de bombillas rojas
amarillas o verdes
que dibujan una serpiente
eléctrica de lentejuelas
en la tirantez aterida del aire.
Tiras de luciérnagas azules
caen por los balcones,
en los de los cristales
de los escaparates brilla
la sombra luminosa
de otros escaparates
y asoma media escondida
la desordenada sombra
de un mendigo.
Los niños mantienen
muy abiertos los ojos
y produce envidia
esa ilusión que hace ya
tanto tiempo que perdimos:
El tren y las espadas.
Las estrellas. La nave
intergaláctica y la luna.
La carta a los Reyes...
Y ese frío tan intenso
que se abate implacable
sobre la tumba helada
de nuestra infancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario