El viento de los años
arrasa con las tachaduras
en los cuadernos de la escuela,
las incertidumbres
en las cartas de amor,
las reprimendas cálidas
de nuestra madre,
los reproches sin réplica
de nuestro padre,
la falda cortísima de la vecina
del edificio de al lado,
las sabrosas comidas
de los sábados
cuando había algo
de dinero en casa,
las equivocaciones
en las decisiones importantes...
Aunque todo eso en conjunto
sea lo que nos haya
traído hasta lo que somos,
en una dosificación singular
que nunca será la misma
para dos personas.
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