domingo, 22 de noviembre de 2015

MUJERES A LOS CUARENTA







Andan por ahí,
gozosas o comedidas, 
desbordando la cuarentena, 
perceptivas y libres.
Ojo con ellas,
probablemente vengan
de cerrar una puerta
con decisión pero sin olvido. 
Amaron, construyeron,
se entregaron, cumplieron.
Y ahora,
desentumecen sus carnes:
Claro que estaban ahí,
con sus cicatrices,
soberbias, majestuosas,
alzando el vuelo
como una gaviota,
soberana y curiosa.
Saben de la vida
y de tu hambre 
porque con su cuerpo
han aprendido a saciarlas.
Expertas en estupidez
y sus matices, 
se reconocieron inmersas
en ella hasta el estupor 
por lo que sabrán distinguirla,
no lo dudes ni un momento.
Versadas en economía,
la aplican en el gesto, 
en el andar
y en su exacta sensualidad.
Ojo con sus sabias caderas: 
ya se estiraron y contrajeron,
se estremecieron y agitaron.
Saben del amor
en todos sus colores, 
desde el rojo resplandor
al mustio gris.
Sus piernas arrastran
raíces todavía
y prontas a sentir, 
van con una vieja
canción en los labios,
profunda intensidad en la mirada 
y delicada seguridad en la sonrisa.
Pero, si esta advertencia
te llega tardía, 
y descubres que ya no puedes
dejar de pensar en ella, 
entonces, ten cuidado
de ahora en adelante,
no te equivoques,
no lo arruines:
No les hagas promesas, 
no les vendas imagen,
mejor exhibe
tu autenticidad más despojada. 
No caigas, por rellenar
tu currículum vital, 
con aturdido ruido vacuo, 
deja que respire
un silencio en común.
Vienen de quemar las naves
y cambiar comodidad indolente 
por riesgo existencial.
Avanzan por un camino
incierto pero elegido.
En su bolso llevan
fotos, un perfume 
y algunas lágrimas.
En su mirada, una decisión…
Ojo con ellas…
Pero tal vez, si tienes
toda la suerte del mundo,
halles una en tu camino.







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