lunes, 19 de octubre de 2015

ESTÁS AHÍ






Estás ahí, llegaste haciendo
que nuestra casa se ubicase
entre el amor y la ternura,
tu voz se fundió con mi palabra
ensanchando su cauce y sus orillas,
ante esa fuente,
enmudecieron las campanas
y se extinguieron los ecos.
Te entregaste a cada son
que a tu lado
murmurando pasa
y lo conduce tierra adentro,
donde las cosas cantan,
y donde tú misma
fuiste el sonido
con que la oscuridad se apaga.
El poeta ama de tu ser
que le pones latido al silencio
y derribas el ruido del pasado.
Contigo supe que la soledad
se muere en el ahora
cuando hay amor a la vista,
que mujer y compañera
son términos que no tiene fin
cuando la noche no tiene puertas
y la serenidad radiante
te recorre entre las pieles.
Tú has acabado de forjar
la imagen incompleta
que yo le brindaba a la vida
cuando tu mano me ayuda
a atravesar el abismo
de lo cotidiano.
Musa de lo imposible
y lo contingente,
gravitas en la tierra que me abraza,
desde donde fluye sin ostentación
la dicha de existir.
Tus pisadas son rastros
que muestran,
son puertas candentes,
son fuegos capaces
de incendiar el invierno
y despertar esa sonrisa
que no duerme,
esa cercanía que alborotará
el corazón del silencio.
Nada es lo mismo
después de que hayas
separado el bien de lo bello
y lo bello de lo humano.
Amarte es inevitable
y viaja conmigo desde entonces,
el futuro está decidido
al ritmo de lo que me hiciste,
incluso bajó, se hizo niña
y habitó entre nosotros:
decidimos llamarlo Bahía.








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