jueves, 3 de septiembre de 2015

AYLAN







Entre la luz y la sombra
hay una parca encorvada
que atrapa pájaros inocentes
a nado entre dos orillas
donde mueren las sonrisas
al desnudarse el alma
en una desesperada huida.

Y un niño de tres años
que jamás volverá
a cumplir ningún otro
asoma entre la espuma
que suave y dulcemente
deposita el mar
sobre la húmeda arena:
Su nombre era Aylan.

A las olas ya le pesan
las cifras, las realidades
de mecer tanta infamia
y al cielo se alza la soledad
que abre y cierra una mano
tratando de alcanzar gaviotas.

Un niño duerme o muere,
no podemos estar seguros
hasta comprobar
con cuanta hipocresía
se mueve el mundo.

Y entonces, en cada letra
de un poema desconsolado
hay un niño exánime
y un cuerpo diminuto
con los pulmones
repletos de agua insolidaria.

Es aquí, en estas orillas
casi penetrando
en nuestras conciencias,
donde se están plegando vidas
inocentes y diminutas
que hemos muerto otros.





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