lunes, 13 de julio de 2015

SU FUTURO






Aún es muy pequeña
y sé que te estremece
pensar en ello,
pero nuestra hija también
debe fugarse de la pecera
y sumergirse en el océano
oscuro de la noche.
Ha de fabricar malabares
con la mágica ternura del sexo
y bailar las horas
que su cortejo precise,
mentir felicidades
y fingir decepciones
mientras agoniza de amor
muriendo en silencio,
conocer ángeles de fuego
con zarpas diabólicas,
quemarse entre las olas
de caricias impertinentes,
rendirse ante las fuerzas
que nos multiplican.
¿Cuánto sufrimiento
le generará su libertad?
es lícito preguntarlo,
pero habremos un día
de dejar de protegerla
para que sepa que la queremos
y pueda como todos
cometer los errores
a los que tiene derecho
o acertar de pleno
con las decisiones que tome.
Nos convertiremos entonces
en espectadores de sus días
y los juguetes irán muriendo
de orfandad en su habitación
ajada por el tiempo.
Habremos de saber existir
entre la locura de su ausencia
y los cimientos de su recuerdo,
pero si lo hacemos bien
siempre volverá a nosotros
para compartir lo que nadie
más podrá darle, el amor
de una madre y un padre.







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