Cuando en mi pueblo
el viento no sopla
porque ha decidido
irse de viaje
a otros lugares
de la eólica geografía,
las hojas en los árboles
se sienten liberadas
y se abrazan felices
a la rama madre
saludando emocionadas
al adorado sol
que viene a acariciarlas
mientras en silencio
mil sonrisas verdes
asoman en sus caras
como fiel reflejo
de la felicidad
que les inunda el corazón.
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