martes, 16 de junio de 2015

DE MADRUGADA







De madrugada
se tocó las manos
fue apenas un roce
sutil como la escasa luz
que alumbraba el dormitorio
a través de la ventana.
Recordó que nada importa
aunque su sombra siguiese
viviendo en la noche.
Algo casi se detuvo
en un determinado momento,
y funcionaba débilmente
mientras temblaba
como un sonido congelado
entre los recuerdos.
Se inclinó sobre su respiración
y comprendió que aun vivía,
se tocó la libertad
y la dejó escurrirse
como un diminuto instante
en el devenir del mundo.
Mordió a ciegas en la oscuridad
y escuchó como gritaba
de dolor el silencio.
Y aprendió a reírse
del aroma a tiempo
que despedía su sangre.
Era de noche, apenas,
cuando la mujer recogió
su pequeño crepúsculo
y al volverse a dormir soñó
con la erección de un hombre.






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