domingo, 31 de mayo de 2015

LOS ÁRBOLES HABLAN POCO






Los árboles hablan poco,
eso todos lo sabemos.
Se pasan la vida meditando
y moviendo sus ramas
al son que le marca el aire
cuando se pone en movimiento.
Me gusta mirarlos en otoño
cuando se juntan en los parques:
Suelen tomar la palabra
los más viejos,
los encargados de repartir
los nidos de los pájaros,
pero su voz se pierde
entre las hojas
y muy poco nos llega,
a veces casi nada.
Es difícil llenar unas líneas
con pensamientos de árboles
porque todo en ellos
es vago y fragmentario.
Hoy, por ejemplo,
al escuchar ese ruido
tan característico
de unas ramas al moverse
como un grito final
de quien no aguarda otro verano,
comprendí el sentido
del dolor que les infringimos,
pero no sé qué hacer con ello
no sé cómo anotarlo
para que quede transformado
en el testimonio de un poema
que pueda traducirlo
y que todos lo entiendan.





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