jueves, 26 de marzo de 2015

DIBUJAR MELANCOLÍAS







Resulta inútil dibujar
un paisaje desde la melancolía
pero es que hay veces
que es imposible evitarlo:
Abres una puerta
y todo lo que está dentro
gime y acabas
sucumbiendo a su llamada.
Hay un niño que me mira
fijamente y al mismo tiempo
te das cuenta que ya tiene
los ojos lejos de lo que ve,
un adolescente inventando
disidencias en la monotonía,
el adulto que frena el cómputo
de los días hacia delante
y se queda en la orilla
mirándose en el impulso
de arrojar al horizonte
fragmentos de piedra y arena
que ayuden a salvar
la distancia que separa
la realidad de las ilusiones.
Nada puede impedir
que exista un rincón de la vida
donde el tiempo se detiene
exhausto cada vez que se cruza
con una bandada de pájaros,
luego, en la continuidad
se nos arruga el alma y aún así
hay que procurar que el manantial
de la paz y el sosiego siga
aunque la sequía se abata
sobre el resto de los mundos.
Inventamos recetas
contra los fragmentos heridos
del cansancio
o los accidentes de la voluntad
y todos anticipan felicidades
minúsculas y efímeras
que crecen silvestres
a la vera de los caminos
que inevitablemente recorremos.
Es lo que intenta salvar la memoria,
que es poeta muchas veces
almacenando metáforas,
paz y sosiego, tal vez,
un remedio contra los males
cotidianos que nos oprimen.




No hay comentarios: