En mi isla
el fuego que habita
el interior del planeta
el interior del planeta
salió a darse un paseo
desde la montaña
hasta el mar
creando paisaje
por eso lleva impreso
el corazón en la piel.
Mi isla ha conseguido
que el mar ardiera
y ha obrado un milagro
donde las cenizas
han sido un lecho
de vida nueva
y el silencio nadie
sabe de dónde sale.
Mi isla vive
enamorada del mar
que acaricia sus orillas
y le abre las puertas al sol
para que alumbre libre
el cielo de cada día.
Mi isla fue cuna
de una cultura
significada en lo sencillo
y desaparecida
en aras de una ambición
que tuvo mucho
de acción inhumana
y muy poco
de inspiración divina.
Mi isla me tiene
a mí y a los míos
enraizados en su alma
de trozo de continente
que una vez decidió
vivir solo en medio
de la infinidad oceánica.
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