viernes, 14 de noviembre de 2014

SÓLO TEATRO






Aunque ancho sea
el mundo
las mentes suelen ser
bastante estrechas,
eso influye en el concepto
del pequeño teatro
del absurdo que no rodea:
Va de aquí hasta allá,
casa, árbol, piedra.
En ese exiguo
escenario actuamos:
comemos, dormimos,
llegamos temprano,
nos retrasamos.
Pero alguien o algo
entra a veces
y lo que existe
se abre de repente
quedando patas arriba.
Basta ver una faz,
una presencia
o sentir un pensamiento
que aporte luz
para que sangre el telón.
Basta una mano,
como cuando
revuelven el café
o hacen el gesto
de abandonar la escena,
para olvidar entonces
dónde estamos,
lo que se supone que somos,
la hilera de ventanas
sin aire, y luego
regresar en la noche
a nuestro cuarto
para volver a aceptar
lo inaceptable
y repetir al día siguiente
el mismo papel de cada día
en la idéntica obra.





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