miércoles, 24 de septiembre de 2014

TARDE DE PLAYA






Tumbados sobre la arena,
entre sonrisas
comentábamos
el gran descubrimiento
que suponían
los grititos de placer
de nuestra hija
al entrar en contacto
con el agua.
Sobre nosotros giraba
lentamente el sol
de la tarde
y por el aire trémulo
se deshacía
en delicias el paisaje
del mar, la playa y el cielo.
Era como estar
en la cima de la vida,
atravesados de luz
y a salvo de un mundo
vacilante e ingrato,
mientras las olas
componían
la música de fondo
y la niña se dormía
ebria de paz y cansancio,
no hizo falta
hablar más porque
ambos supimos
que el gen de la felicidad
es precisamente
disfrutar las sensaciones
que en aquellos momentos
estábamos pasando.




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