Es cuestión de cambiar
la cartografía del mundo
establecida por otros
por una nacida
de nuestra capacidad
para valorar lo que sucede
y actuar en consecuencia
con lo que desearíamos,
pero para eso hemos
de tener abierta la mente
y despierto el intelecto.
Lamentablemente,
Lamentablemente,
la persona suele relacionarse,
escuchar, leer y ver
aquello que reafirma
lo que piensa
y que además suele estar
condicionado
por lo que le dictan
las costumbres
o el pensamiento impuesto.
No es frecuente encontrarse
con los que tratan de descubrir
en lo otro, en lo diverso,
en una mayor riqueza
filosófica y moral
las fuentes de su pensamiento
para aplicarlas
a su beneficio intelectual
y a su manera
de entender el mundo.
Es la única manera
de contemplar la vida
desde un punto de vista
claramente esperanzado.
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