Sus manos
en la piel de
ella
se olvidan de
la artritis
y la deformación.
Sus manos
en los muslos
de ella
no piensan en
un mar
donde ya no
sea posible
desatar tormentas.
Sus manos
en las manos
de ella
no extrañan la
lozanía
ni se
avergüenzan
de un antojo
de trampa
provocado por
la edad.
Sus manos
en la ternura de
ella
son la
confirmación
de la
eternidad del amor
mientras la
vida dure.
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