domingo, 24 de agosto de 2014

MUJERES OFENDIDAS





Un hombre ha ofendido
gravemente
el recuerdo de mi madre,
se ha atrevido
a ensuciar con su verbo
cargado de ponzoña
la condición femenina
de mi compañera de vida,
mis hijas y hermanas,
y ha insultado gravemente a todas
las mujeres que conozco,
ninguna se ha salvado.
Ha dicho de ellas
que son objeto de sospecha
cuando aún tienen
a estas alturas de la historia
que soportar mentes
tan depravadamente
estrechas y vulgares como la suya.
No sabe que las mujeres
vienen de la sangre y el barro
y demandan que cese ya
el insulto alrededor de todo
señalándolas con el dedo.
Que cese la espera de la dignidad
pues están cansadas
de buscarla desde siempre,
que sea erradicada
en la condición de cada hombre
la costumbre tan socorrida
de tenerlas encadenadas
y que obligan a justificar
si en cada intención femenina
crecen los escándalos
mientras se encuentra prisionera
de códigos impuestos
que en nada la respetan.
Yo te poemo, mujer,
que ese hombre que te ofende
no tiene cabida en un presente
donde no necesitas tacones altos
o cruces con halos de injusticia,
porque eres alma
pies descalzos, manos limpias,
vagina gozosa
de un mundo por disfrutar
viva y libre, aquí en la Tierra.






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