lunes, 18 de agosto de 2014

LA TERRIBLE INFANCIA PALESTINA




Cuando la operación militar se acaba, Palestina es de nuevo abandonada a su suerte por los medios de comunicación porque consideran que ya no es noticia lo que allí pasa y la muerte y el dolor continúan su devenir, pero sumidos en un silencio cómplice que siembra de sufrimiento y humillación, de silencio y escarnio la vida de los palestinos supervivientes al ataque de Israel mientras esperan el siguiente...


Y entre ellos están los niños con los que las cifran resultan estremecedoras: Casi 500 han muerto en la última operación, esa con un nombre salpicado de cruel sarcasmo israelí: Margen Protector. Ha sido otro más de los ejercicios de autodefensa israelí que destroza casas, calles, barrios enteros, escuelas y hospitales, destruye la red eléctrica y las reservas y canalizaciones de agua. Y que mata a miles de hombres y mujeres inocentes, centenares de niños y niñas en algunos pocos días. La escena se repite siempre con una mórbida obstinación, como si fuera la rutina necesaria de un horror al que ya nos hemos acostumbrado: Israel ataca a Palestina y a los palestinos, mientras el mundo mira indiferente o indignado, tanto da porque nada cambia. La escena se repite una y otra vez mientras Palestina se reduce a un interminable repertorio de destrozos y la sangre corre por sus calles. 



Con ello se impide, se anula y aniquila la posibilidad de que ambos países construyan un futuro basado en el derecho a vivir en paz, a criar a sus hijos sin peligro y a imaginar un futuro de tranquilidad y prosperidad basado en el derecho que los dos pueblos tienen a una nación edificada sobre los principios de la autodeterminación, la dignidad y el bien común. Y resulta obvio que el crimen humanitario ejercido por el terrorismo del estado de Israel se perpetra con la colaboración de Hamás, el grupo terrorista que dice defender a su pueblo cuando lo único que consigue con su alucinante  fantasía de arrojar a los judíos al mar es servir en bandeja el pretexto que el estado militarista israelí necesita para justificar una nueva matanza.
¿Pero qué pasa con la infancia palestina cuando las bombas cesan, el ejército ocupante se retira y el mundo mira hacia otra parte?



Ocurre que hay niños y niñas que son objeto de todo tipo de violaciones de los derechos humanos, en el ejercicio diario de abuso de poder que sufre la población de Gaza y Cisjordania: crecen rodeados del muro de la vergüenza que los circunda y centenares de ellos son detenidos ilegal y arbitrariamente (se dan casos de aulas enteras de una escuela) y mantenidos en prisiones militares que violan todas las leyes internacionales, sin proceso ni condena. Hay cifras al respecto, las ponen sobre la mesa Defense for Children International y Amnistía Internacional: En 2014 y antes del último ataque fueron internados en prisiones militares israelíes 1247 niños y niñas palestinos. En las últimas semanas y aprovechando las matanzas de Margen Protector, la cifra se ha quintuplicado. Si se critica con razón a Estados Unidos por la monstruosidad jurídica de la existencia del centro de detención de Guantánamo, qué decir de estas cárceles donde se mantiene a estos niños incomunicados, amarrados, vendados, sometidos a castigos físicos, no se les permite asistencia legal y se les obliga a firmar declaraciones en hebreo, lengua que evidentemente desconocen.



Lo más monstruoso es que existe una razón para hacerlo, aunque parezca una locura digna de una mente capaz de las peores atrocidades. Se trata de una agresión en toda regla contra los niños de un pueblo al que se le envía un claro mensaje de negación de futuro, es la demolición del principal horizonte de esperanza sobre el que podría aferrarse el destino de una nación a la que se diezma su identidad y a la que se humilla ferozmente de una manera tal que sólo puede calificarse de fascismo genocida. No podemos permitir que algo así se realice en silencio, estamos obligados a difundirlo, haciendo de esta historia y del presente y el futuro de la infancia palestina la causa de todos los que apuestan por un mundo mejor y no consintiendo que nos conviertan en cómplices del genocidio las campañas del sionismo internacional, acusando de antisemitismo a los que critican a Israel cuando haríamos lo mismo si ellos fueran los agredidos en lugar de los agresores.



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