lunes, 4 de agosto de 2014

HOGAR





Hoy les quiero hablar
del hogar donde me reconozco:
Ventanas abiertas al mundo
la multicolor perspectiva
que aportan los libros
que les sirven
de séquito a las paredes
y estas puertas que siempre
podrán ser franqueadas
por los amigos que nos quieren.
Aquí la tranquilidad se apodera
de nuestra alma protegida
de la vorágine en las calles
y nos satisface que la quietud
acompañe el sereno crepitar
en la vida de nuestra niña.
En este sosiego sonreímos
y le hacemos guiños al amor
cuando nos cruzamos
con él por los pasillos
nos acompaña en el sofá
cuando comentamos
las incidencias del día
o esos ojos de mujer
tocan las teclas adecuadas
en el núcleo del corazón.
Y están los gatos
mirándonos a los ojos
con una ternura incólume
casi con los brazos extendidos
como sabiendo en su sicología felina
que el efecto producido
es muchísimo mejor
que una pastilla colocada
debajo de la lengua.
En mi hogar la soledad
no se crea ni se destruye,
tan sólo se viste de compañía,
que no cesa ni cuando escribo.
Es el refugio donde la savia
de la vida es dulce y reposada
así justamente es como lo siento
y también así se lo describo. 





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