viernes, 25 de julio de 2014

PAZ





Reflexión de sol en los tejados
silenciosa frescura del aljibe
voz en alta llamarada
milagro para el rayo
que jamás habría de cesar
canto de la brisa rodando
por el sol y las quebradas
hoja liberada y camino
recorrido con el viento
una esperanza fundamental
en la historia humana
hondonada para hallar la luz
susurro de los árboles
un sueño, un corazón
del tamaño del océano
tu cabellera, las playas,
las quebradas, los barrancos...
Casi irreconocible, te escondes
en la laurisilva que duerme
entre el avance de las brumas
en las fuentes que refrescan
los jardines de los parques
en los zaguanes del amor
o en la mirada de una madre...
Hojarasca entre la noche
que resguarda a los pájaros
latido de fogata
crepitando entre la fronda...
Conoces nuestra locura
como nadie más la conoce
nos visitas muy de madrugada
y contigo algunos supimos
los misterios de las cosas
como si fuéramos espías
de un futuro desconocido...
Conoces todas las nieves
todos los riscos
todos los gestos de los hombres
todo el espesor del viento
la justa medida de la espera
junto a la luz total
que ilumina nuestras cosas.
Fabricas los sueños del jardín,
doblegas la furia de la guerra
porque has asistido
a miles de batallas y tienes
otras mil por apartar.
Ninguna polvareda
habría de nublar tu paso
menos aún las luces
de tus blancos senos...
Mientras seamos capaces
de asistir a un terremoto
sobre un rayo de luna
o a una tempestad
en una gota de sol
crecerá tu sombra como
la creadora de todos los hilos
que mueven los sueños
no del orden existente
sino la de uno nuevo
que parte en busca
de una humanidad renovada
que te ame por encima
de todas las cosas paz.
En un fundido impulso
hoy necesitamos escribir
sobre las paredes o los muros
de las ciudades de la tierra
un mensaje que lleve tu nombre
y que todas las madres
y los padres y los niños
y los jóvenes y las muchachas
de todas las ciudades, las aldeas,
las praderas, las montañas
y los mares del mundo
la copien en los cuadernos
y en los platos, en las ollas
y en las sábanas, en los zapatos
y en las arenas,  
en las ventanas de los coches
y las nubes del cielo,
sobre las camisas y las almas
en los ojos anegados
de los que tienen en sus brazos
una víctima de la sinrazón.
Hasta que todo sea una sola voz
contra la guerra
y así ni los políticos asesinos
ni los militares mostrencos
ni los científicos de la destrucción
ni los comerciantes de la muerte
pudieran atreverse a nada
pues la pavorosa trilogía
de tan hermosa palabra  
golpearía con tanta furia
sus destinos que cada vez
que intentasen algo
se reduciría más y más
la mala fe en sus corazones
hasta desaparecerla por entero.




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